jueves, 10 de abril de 2014

La exposición de abril en la E.O.I., 1 de Zaragoza: Monotipos de Feli Benítez

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Feli Benítez, antídoto del pesimismo.

 Para los que solo la conocemos a través de encuentros fugaces e informaciones fragmentarias sobre su incansable actividad, Feli pertenece al linaje de las mujeres alrededor de las cuales se crearon cenáculos artísticos, como María de Francia, Vittoria Colonna o, por acercarnos más a nuestros días y a nuestras tierras, Doña Josefa de Zúniga y Castro, sin olvidar a otra pepa, Doña María Josefa Alonso-Pimentel Téllez-Girón. Más cerca de Feli, sin embargo, están las heroínas radiografiadas por Bolaño en La literatura Nazi en América, aunque en este caso su querencia política sea la opuesta. Me complace, en efecto, imaginar cómo Feli podría llevar tatuado lo que puede quedar de válido en el puño alzado, en lugar de la cruz gamada negra que escondía, tatuada en la nalga izquierda, la Daniela de Montecristo del escritor chileno, dueña también de un fino salón. Desde que Feli vino a verme hace un par de años con una caja de videocasetes italianas, entre las que estaban Accattone (Pasolini, 1961), un par de pelis de Hitchcock y, quizá para que no pensara yo que tenía demasiado buen gusto, La vida es bella (Benigni, qué importa el año), no he dejado de admirar la actividad incansable que desarrolla. Su centro de operaciones está en Graus, aunque su zona de influencia se extiende más allá de los ríos Ésera e Isábena, que cito más que nada porque tienen unos nombre muy hermosos. Mi curiosidad por aquellas tierras ha aumentado desde que supe que Feli huyó de Zaragoza para irse a Graus. Cuando tuve ocasión, no le pregunté por el motivo, quizá porque intuí que había razones poderosas y me bastó oler a intensidad para dar por satisfecha mi curiosidad. Graus es para mí, sin embargo, tierra ignota, pertenece a una amplia lista de lugares en los que, aunque haya estado, no consigo asumir del todo que lo he hecho. Como los verdaderos amigos, difíciles de hacer más allá de la adolescencia, hay sitios que llegan demasiado tarde a nuestras vidas. Así es Aragón entero para mí, aunque haga casi treinta años que vivo aquí. Mi interés tiene las raices cortas, es intangible o se basa en lo imaginario que añado. En ese sentido, pienso en Graus y la Ribagorza, de la que ella es corresponsal para  El pollo urbano, como tierras medias, llenas de calima, destinos vocacionales, pura afinidad electiva, o puntos de huida, patria electiva, porque los sitios, además de realidades concretas, son sobre todo un’idea come un’altra (P. Conte, Genova per noi).  Desde su taller de arte y artesanía, Feli organiza exposiciones de pintura, cerámica, escultura, monta conciertos de vihuela, convoca a presentaciones de libros y vende toda suerte de cosas que fabrica con pequeños incómodos residuos, de esos que uno no sabe si meter en un contenedor o llevárselos a la boca, que es lo que suelo hacer yo. Además, con atuendo buhonero sarraceno, no falta a una feria, mercadillo medieval o certamen de artesanía que se precie. Por último, la veo en fotos de facebook participando en todo tipo de sarao artístico. Así es como ella ha acabado por adquirir en mi cabecita loca, como las tierras medias, más un carácter mitológico que real. Es una encarnación de la voluntad y de la acción, un protón, como llamábamos a mi hija cuando era pequeña y no paraba de la mañana a la noche. Pero basta después oír su risa firme o ese tono serio de voz que pone para explicar el sentido oculto en la serie de monotipos que forman esta exposición para que la voluntad se encarne en su cuerpo, en sus gestos y entonces, en vez escuchar lo que dice, la observo con admiración, porque ella cree y yo dejé de hacerlo hace tiempo, cree en los tipos que se singularizan a través de la acción, que, como en las cosmogonías clásicas, cobran forma desde la un magma sin confín, vencen obstáculos, rompen cadenas, se liberan de tiranías, sintonizan con fuerzas cósmicas. Y yo pienso, por mi parte, que la zona más hermosa es la que queda al albur del caso, la que a golpes de espátula no se sabe cómo será cuando aparezca la imagen definitiva del monotipo. Ahí reside el margen de incertidumbre sobre el que los osados apuestan en la creencia de que de ahí surge algo bueno y hermoso. Otros llevamos mal la vida imprevisible, no querríamos salir del magma, convertirnos  en tipos. Pero para respirar, como el perro hundido de Goya, no podemos evitar sacar la cabeza cada día de esa sopa primordial. Lo decía Cioran mejor y en muchas menos palabras de las que acabo de escribir, être c’est être coincé, ser es estar pillao.
Javier Brox

Para obtener más información sobre la obra de Feli pincha aquí.
                                  
El monotipo o monocopia, dentro del campo de las técnicas gráficas de impresión artística, es la impresión o estampación única que se obtiene al dibujar o pintar una imagen con pinturas de base oleosa o acuosa sobre una placa o matriz de superficie uniforme que permite la transferencia al papel mediante presión. En este caso, la superficie sobre la que se ha trabajado ha sido una plancha de gelatina,  con pinturas  de base acuosa y no tóxicas y presión manual. Al realizar un monotipo, la artista se enfrenta a la plancha de gelatina como ante un lienzo en blanco. Aunque se tenga una idea previa o boceto, el azar determinará en parte el resultado final, que es, al igual que en la pintura, único e irrepetible.     

Obras expuestas:

"La carcel que me construyo"

"Saltando las olas 1"

"Saltando las olas 2"

DSC06049"Mi coño: un fractal"


DSC06042
"No pido perdón: te maldigo”


DSC06161"Ellas corriendo..."


DSC06164"...ellos quietos"

Sin el dictado del tiempoSin el dictado del tiempo

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