lunes, 9 de marzo de 2015

Miguel Ángel a la luz de Gayford, iluminado él a su vez por otros estudiosos de la vida de aquel Hércules del arte redivivo (II).

- Miguel Ángel a la luz de Gayford, iluminado él a su vez por otros estudiosos de la vida de aquel Hércules del arte redivivo (I).
- Miguel Ángel a la luz de Gayford, iluminado él a su vez por otros estudiosos de la vida de aquel Hércules del arte redivivo (III).
- Miguel Ángel a la luz de Gayford, iluminado él a su vez por otros estudiosos de la vida de aquel Hércules del arte redivivo (IV).

Foto de Aurelio Amendola (http://www.aurelioamendola.it/)

Otra entrada con comentarios míos –en negrita– y citas o información sacada de la biografía de Miguel Ángel:

Miguel Ángel. Una vida épica. Martin Gayford. Traducción de Federico Corriente. Taurus. Madrid, 2014. 704 páginas.

 

 

La Pietà se esculpió para ser vista de cerca y en penumbra, donde la pureza y blancura de sus superficies resplandecen  (p. 180).

- M.A. sintió con intensidad su pertenencia a una familia (Buonarroti, residente en Via de’ Bentaccordi), a un barrio (Santa Croce, gonfalone Lion Nero), a una ciudad (Florencia, que contaba con unos 60.000 habitantes y estaba dividida en cuatro grandes partes -quartieri-, y dieciséis distritos menores -gonfaloni-, a razón de cuatro por quartiere) y quizá también a una región (Toscana). Puera ser que , en último término,  también se considerara italiano (p.56-57). M.A., incluso durante los últimos treinta años de su vida, que paso en Roma, siguió sintiendo una fuerte vinculación hacia Florencia. frecuentaba un círcuclo de expatriados florentinos y cuando invirtió en inmuebles se decantó por una casas situadas en Via Ghibellina, a la vuelta de la esquina de Via de’ Bentaccordi.

- En 1480, cinco años después del nacimiento de M.A., la iglesia de S. Croce contenía ya los frescos de Giotto, el relieve de la Anunciación de Donatello, las tumab esculpidas por D. da Settignano y B. Rossellino. Si infancia fue quizá austera, pero tenía a tiro de ojo cosas dignas de la mayor admiración (p. 58).

- El barrio de Santa Cruz, con su lunita plateada, además de ser residencia de muchas familias importantes, era la zona de los tintoreros de clase media, con sus casetas abiertas para dejar secar la ropa teñida. M.A. creció en medio de sus colores, carmesí, bermellón, púrpura, verde, amarillo, castaño. Obras admirables y colores educaron los ojos del artista en el barrio de Santa Cruz. Florencia tuvo que ser (p. 59).

- M.A. era sumamente austero, pero el inventario de la ropa hallada en su dormitorio cuando murió apunta a un dandismo sobrio. Prefería vestir de negro y el negro “profundo y rico” era el color más difícil de producir y por ende más caro (p.60).

- M.A., el escultor por excelencia, el gran pintor, no perteneció nunca  al gremio de los Maestros de la Piedra y la madera, en el que se agrupaban los escultores, ni al delos Médicos y Boticarios, que reunía a los pintores (p.61).

- Los Buonarroti poseyeron una granja en Settignano, a pocos quilómetros de Florencia. La granja estaba vinculada a una cantera. Las canteras de Settignano producían macigno, una arenisca gris de grano fino muy apreciada. Existían diversas calidades, pietra del fossato, pietra serena, pietra forte. Colores, obras admirables y piedra tanta piedra como la que Brunelleschi había usado para las columnas y capiteles de sus proyectos…(p.63).

- A M.A. no le gustó nunca admitir que alguien le hubiera enseñado algo.  En la obra de Condivi, uno de sus biógrafos autorizados, no aparece ninguna referencia a sus maestros de escultura, pintura o dibujo (p.63). Algo así como el arte rupestre, que nació adulto, ya sabido.

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